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viernes, 28 de septiembre de 2012
jueves, 27 de septiembre de 2012
¿Qué pasa en el Congo?
Jon Sobrino |
¿Qué pasa en el Congo? y III Aquellos que deciden frente a aquellos que se rebelan. Joan Carrero Saralegui Cuando el dictador Saddam Hussein invadió el Kuwait de los grandes yacimientos petrolíferos, la poderosa maquinaria militar de “aquellos que cuentan” se puso enseguida en marcha. Implacable, hasta con armas prohibidas, aplastó a aquel que osó creerse un pequeño emperador autónomo e independiente. ------------------------------------------------------- Ahora Paul Kagame invade una vez más el riquísimo Congo. Y “aquellos que cuentan” callan. O eso parece. Pero en realidad, hablan bastante entre ellos en los lujosos despachos en los que toman inconfesables decisiones que, colateralmente, conllevarán la aniquilación de millones de seres humanos. Porque, a diferencia de la de Kuwait, esta invasión es suya y Kagame su hombre. En la mayoría de los grandes medios aparece camuflada como “guerra civil” o “rebelión”. Muchas/os parecen también empeñados en imponer la tesis de que todos son igual de criminales. Enumeran todas las violaciones de derechos humanos sin jerarquización ni análisis político. Si estos analistas nos explicasen la guerra civil española o los años del nazismo, no nos enteraríamos de si hubo agresores iniciales o no, si los agresores fueron Franco y Hitler o la República y Churchill. “Todos son culpables”, “también los aliados arrasaron Dresde”… nos dirían. Y para referirse a Nkunda, responsable de crímenes contra la humanidad, usan el término “disidente” sin más, abusando del desconocimiento del lector. Seguro que esos analistas no se atreverían a describir a Pinochet como el general disidente, sin más. No sería políticamente correcto. Pero en este conflicto todo está permitido. El “accidente” Así también, el general Romeo Dallaire, comandante de la Misión de la ONU en Ruanda en 1994, se permite calificar de “accidente” el terrible atentado terrorista del 6 de abril. Accidente en el que fueron asesinados los presidentes hutu de Ruanda y Burundi junto a otra decena de personas y que fue el desencadenante final de esta inmensa tragedia que no acaba. Como el “accidente” que tuvo John F. Kennedy en Dallas. Es inútil que su superior Jacques-Roger Booh Booh y su compañero el coronel Luc Marchal lo hayan dejado en evidencia, sigue siendo uno de los héroes de la doctrina oficial y el protagonista de costosas películas. La propaganda en esta tragedia es como una apisonadora que aplasta todas las evidencias. Los motivos que van ya trascendiendo de la dimisión del general Vicente Díaz de Villegas, comandante de la Misión de la ONU ahora en el Congo, recuerdan demasiado a aquella situación anterior. Dallaire recibía órdenes directas de Washington, “puenteando” a su superior y manteniendo una estrecha relación con Kagame y los demás mandos del FPR. Unos y otros boicotearon cualquier intervención internacional para detener el genocidio. Ahora Dallaire y Kagame recorren el mundo como víctimas, reprochándonos el haber abandonado a Ruanda. Entre tanto el informe Hourigan, que aporta importantes revelaciones sobre la responsabilidad de Kagame en el doble magnicidio, sigue embargado por la ONU. Cinismo en la ONU y la UE Hoy la ONU en el Congo, como anteriormente en Ruanda, es un instrumento útil: supervisa, controla, está ahí. Junto a los líderes de la UE, median entre los agredidos y el agresor. Sobre éste pesa una condena internacional, pero le dispensan un tratamiento exquisito. Le agradecen su magnanimidad. Nkunda, que representado por Azarias Ruberwa, recogió un ridículo número de votos en las pasadas elecciones (que fueron ejemplares e impecables) y que ahora intentan alcanzar el poder por la vía de los crímenes de guerra, es tratado con mayores honores que Joseph Kabila, el legítimo presidente. Éste, a diferencia de Nkunda, dicen, es más intransigente, se niega a negociar. Lo que no cuadra es que, a pesar de tanta magnanimidad por parte de Nkunda (que decide una y otra vez el alto el fuego unilateral, que permite pasillos humanitarios, que proclama su voluntad de colaborar generosamente en el logro de la paz), sus tropas prosigan los combates. Nuestro mundo no ha aprendido nada sobre el modo cómo desde 1990 a 1994 estos alumnos aventajados de Maquiavelo destrozaron el pueblo de Ruanda. Negociaciones: fachada, escenario, mientras se avanza militarmente. Cinismo en dosis imposibles de digerir. El cinismo de estas gentes, de sus protectores internacionales y de muchos responsables de una ONU inoperante, por esos grandes padrinos controlada. La Audiencia Nacional El pasado día 6, sólo unos días después de la sonada dimisión de un español como comandante de la MONUC, dimisión que los congoleses han sabido reconocer y agradecer, dos acontecimientos han estrechado más aún los vínculos de España con el Congo. Ambos son muy reveladores de las claves ocultas de este conflicto. El primero de ellos ha tenido por escenario la Audiencia Nacional y tiene que ver con el cercano pasado, con lo acontecido en Ruanda y el Congo entre 1990 y el 2001. El segundo, en el Senado, se refiere a la presente crisis en el este del Congo. En la sala cuarta de la Audiencia Nacional, de la que es titular el Juez Fernando Andreu Meralles, cuatro testigos protegidos declararon precisamente sobre hechos pasados que se corresponden exactamente, punto por punto, con los que ahora son noticia en todos los medios. Realizaba el interrogatorio el representante legal de nuestro Forum y de las familias de las víctimas españolas, ruandesas y congolesa, así como de diversos ayuntamientos españoles, el abogado Jordi Palou Loverdos. Paul Kagame, el mayor criminal en activo Estos hechos conducen a la conclusión de que, tal y como muchos creemos desde hace ya años, Kagame es el mayor asesino en activo de nuestro mundo. Los hechos se pueden clasificar en tres apartados: 1º Un comando, formado por dos tutsi ruandeses del entorno del presidente Laurent Kabila, organizaron su asesinato así como el de su asesino, por orden de Paul Kagame. El motivo era el impedir importantes acuerdos comerciales con países como China o Venezuela. 2º En la primera invasión del Congo, antes Zaire, Kagame ordenó arrasar con armas pesadas campos como el de Nyamiranwe (en el que fueron asesinados los cuatro maristas españoles) o Katale, con pleno conocimiento de que en ellos no había ni un sola arma, ni un solo miembro de las ex FAR. 3º Kagame dirigió el pillaje sistemático de bancos congoleses así como de sus minerales, en especial diamantes y coltán. Un día fueron descargadas en la residencia de Kagame 20 baúles, de más de un metro cúbico cada uno, llenos de billetes usados de 100 dólares y se trasladaron contenedores de diamantes y sacos de 50 kilogramos de coltán desde el este del Congo a Rwanda. El Senado A la misma hora que en la Audiencia, en el Senado hubo un intenso debate (que solo puedo recoger aquí telegráficamente) sobre un presente que resulta ser la exacta repetición de los acontecimientos que en ese mismo momento eran denunciados ante el Juez Andreu. Acontecimientos que sólo en el Congo ocasionaron más de 5 millones de víctimas. El ministro Miguel Ángel Moratinos realizó una exposición sobre la generosa Cooperación Intenacional española. Pero el senador por las Islas Baleares, Pere Sampol, del Bloc per Mallorca, cuestionó el hecho de que España tenga que ayudar al riquísimo Congo con 790 millones de euros, mientra que “aquellos que cuentan”, están impidiendo, mediante los ataques criminales de Ruanda y Nkunda, que ese país pueda disfrutar de sus acuerdos comerciales con China por un monto de casi 10.000 millones de dólares. Con ellos se podrán reconstruir importantes infraestructuras, pagar a sus fuerzas armadas, etc. Esto último preocupa en especial a los atacantes y a sus padrinos. Están muy interesados en que sigan como ahora: sin cobrar, desmotivadas, propensas a un pillaje que las desacredita. La Resolución Tal análisis provocó una reacción bastante condescendiente del ministro. A pesar de que, evidentemente, no estaba bien informado, se consideraba en la posición del que sabe. Pero precisamente ayer, dos semanas después de ese debate en el Senado, ya se hicieron públicas la exigencias de Nkunda al representante de la ONU, Olusegun Obasanjo. La primera de ellas: la revisión de los acuerdos con China. Las seis restantes, puro relleno. De todos modos, poco después, el día 11, los representantes del PSOE aprobaron en el Pleno del Senado la moción del Bloc y de CiU. En ella, en el punto 3, se insta a la ONU a proteger al Congo de agresiones y a garantizar su independencia. Y en el 4, “a garantizar que un Estado soberano como el Congo pueda gestionar y controlar sus recursos naturales de acuerdo con el derecho internacional y establecer libremente convenios comerciales con cualquier Estado”. El Auto, algo más que ayuda humanitaria El senador estaba especialmente molesto por la sonrisa y el gesto de condescendencia del ministro en el momento en que él se refirió al Juez Andreu y a su Auto, en el que se dicta orden de arresto contra 40 máximos cargos del Gobierno de Ruanda. El Auto no se refiere a las grandes masacres que de abril a julio de 1994 cometieron los extremistas hutu porque ellas son competencia del Tribunal Penal Internacional para Ruanda. En la réplica, el senador centró en ello toda su energía, recordó al ministro que el juez y el Auto son un referente mundial en Justicia Internacional y le recomendó su lectura si realmente desea entender esta gran tragedia. En estos momentos la secretaria de Estado de Cooperación está en el Congo. El problema es que no hay posibilidad de acceso a la zona controlada por Nkunda. Ya conocemos estas historias de obstrucción a los observadores y de limpiezas étnicas. En 1997 Caritas Española, en un encomiable gesto de trasparencia, publicó una carta a sus donantes explicándoles que, a pesar de haber recibido cientos de millones de pesetas, no podía acceder a la zona del Congo controlada por el FPR. Las peticiones del Gobierno del Congo Y también este fin de semana viajará allí el secretario de Estado de Asuntos Exteriores. Al parecer se entrevistará con miembros del Gobierno y la Asamblea Nacional congolesa. Aunque ya sabemos desde hace semanas sus dos peticiones. La segunda de ellas tiene mucho que ver con España. Las hicieron públicamente a la ONU: Que no se los abandone frente a las agresiones de Ruanda. Y que, en cumplimiento del mandato del Juez Andreu, se arreste a aquellos de los 40 inculpados que, como el general Karake Karenzi, no sólo están en el exterior de Ruanda sino que incluso ocupan cargos dentro de las mismas Naciones Unidas. Ya es hora de que el Gobierno español empiece a hacer algo en ese sentido. En nombre de tantas víctimas ruandesas y congolesas a las que nuestro Forum representa, le haría la misma recomendación que hizo el senador Pere Sampol al ministro y, días después en el Pleno, a todas sus señorías al final de su intervención: Señor secretario de Estado, si quiere entender este inmenso lío, lea el Auto del Juez Andreu. Lo encontrará en: www.veritasrwandaforum.org Entenderá que lo que le hubiese gustado a su ministerio no era posible. No se pueden evitar los conflictos diplomáticos. No se puede perseguir sólo el asesinato de los 9 españoles. En primer lugar, porque según la Justicia Universal, eso sólo es posible en el marco de crímenes contra la humanidad. Y en segundo lugar, porque esos 9 conciudadanos dieron sus vidas por el bien de Ruanda y el Congo. ¿Quién se atrevería ahora a separarlos? |
“La República del Congo llora a sus hijos y no quiere consolarse (cf Mt 2,18)” Declaración de la Comisión Permanente de los Obispos sobre la guerra en el este y noreste de la R.D. del Congo. 1. “Nosotros, arzobispos y obispos, miembros de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo, reunidos en Kinshasa, en sesión extraordinaria del 10 al 13 de noviembre del 2008, afligidos y conmocionados por la tragedia humana en el este y noreste de la R. D. del Congo, lanzamos un grito de desesperación y protesta. En efecto, hace sólo un mes que en nuestra última Conferencia Episcopal Nacional del Congo, la CENCO, a través de su presidente, hizo una declaración sobre la reanudación de las hostilidades en el este y el noreste de la R. D. del Congo. A pesar de nuestros angustiados gritos de ayuda dirigidos tanto a nuestros gobernantes como a la comunidad internacional, la situación en esta parte de nuestro país no ha hecho más que empeorar y está tomando dimensiones insoportables, sumamente inquietantes y capaces de desestabilizar toda la región si no se hace algo urgentemente. Sí, como nos dicen hoy la Escritura: Un clamor se ha oído en la R. D. del Congo, mucho llanto y lamento: es Goma, Kiwanja, Dungu…, es la nación entera que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen (cf. Mt 2, 18). ¿Un genocidio silencioso? 2. Vivimos un auténtico drama humanitario que, como un genocidio silencioso, se está llevando a cabo bajo los ojos de todos. Las masacres a gran escala de la población civil, el exterminio selectivo de los jóvenes, las violaciones sistemáticas llevadas a cabo como un arma de guerra, se han desencadenado de nuevo con una crueldad y una virulencia impensables contra la población local que jamás ha exigido más que una vida tranquila y digna en sus tierras. ¿Quién estará interesado en semejante drama? 3. Lo más deplorable es que estos terribles hechos ocurren bajo la mirada impasible de quienes han recibido el mandato de mantener la paz y proteger a la población civil. Nuestros mismos gobernantes se muestran impotentes ante la amplitud de la situación, y dan la impresión de no estar a la altura de los desafíos de la paz, de la defensa de la población congoleña y de la integridad del territorio nacional. La entera clase política no parece comprender la dimensión de su responsabilidad ante este drama que corre el peligro de hipotecar el futuro de la nación. Recursos naturales y plan de balcanización: eje de la guerra 4. Es evidente que los recursos naturales de la R. D. de Congo alimentan la avidez de ciertas potencias y no son ajenos a la violencia que se impone a la población. En efecto, todos los conflictos se producen en las rutas económicas y en torno a los yacimientos de minerales. ¿Cómo se puede entender que los diferentes acuerdos sean violados sin ninguna presión eficaz para obligar a sus signatarios a respetarlos? Las distintas conferencias y reuniones para resolver esta crisis no han abordado todavía los temas de fondo y no han hecho otra cosa que postergar y defraudar las aspiraciones legítimas de paz y justicia de nuestro pueblo. Además, el plan de balcanización que no cesamos de denunciar se está llevando a cabo por personas interpuestas. Se tiene la impresión de una gran conspiración que permanece escondida. La grandeza de la R.D. del Congo y sus numerosas riquezas no deben servir de pretexto para hacer de ella una jungla. Pedimos al pueblo congoleño que no ceda jamás a las veleidades de quienes quieren la balcanización de su territorio nacional. Les recomendamos que jamás firmen una revisión de las fronteras establecidas a nivel internacional y reconocidas por la Conferencia de Berlín y los acuerdos posteriores. 5. – Condenamos con vehemencia esta manera innoble de considerar la guerra como medio para resolver los problemas y acceder al poder. El orden constitucional emanado de las elecciones democráticas en nuestro país debe ser mantenido. - Denunciamos todos los crímenes cometidos contra ciudadanos pacíficos y desaprobamos de la manera más absoluta toda agresión al territorio nacional. - Denunciamos la dejadez con que la comunidad internacional trata los problemas de la agresión de la que nuestro país es víctima. ¿Qué pedimos? 6. Pedimos el cese inmediato de las hostilidades y que se garanticen las condiciones de seguridad para el regreso de todos los desplazados a sus tierras. 7. Con la máxima urgencia apelamos a la solidaridad nacional e internacional para que se aumente la ayuda humanitaria en favor de los miles de hombres, mujeres y niños amontonados en los campamentos. 8. Invitamos a toda la población congoleña a un despertar nacional para vivir como hermanos y hermanas, en solidaridad y cohesión nacional, para que la R. D. del Congo no se deje llevar hacia la violencia y las divisiones. 9. Exhortamos al gobierno congoleño a hacer todos los esfuerzos necesarios para restablecer la paz en toda la extensión del territorio nacional. Es el sagrado deber de nuestros gobernantes ejercer sus funciones de gobierno para proteger al pueblo y garantizar la seguridad de las fronteras. Nadie ignora que la falta de un ejército republicano es perjudicial para la paz en el país. 10. Pedimos a la comunidad internacional que se empeñe sinceramente en hacer respetar el derecho internacional. Consideramos imperiosa la necesidad de enviar una fuerza de pacificación y de estabilización para restablecer los derechos en nuestro país. Todo el mundo ganará más con un Congo en paz, que con un Congo en guerra. Compromiso de la Iglesia 11. Solidaria con los sufrimientos de su pueblo, la Iglesia-familia de Dios que se encuentra en la R. D. del Congo se compromete a acompañar a sus hijos e hijas por el camino de la reconciliación y de la paz. Expresa su reconocimiento a Su Santidad Benedicto XVI por su atención al drama de la R. D. del Congo, por sus repetidos llamados a todos a fin de que busquen una solución pacífica y por la ayuda financiera que él mismo acaba de dar para brindar alivio a la gente desplazada. 12. Pueda el Señor, que oró durante horas en el huerto de Getsemaní y que sintió como propios los sufrimientos infligidos e impuestos a los miembros de su cuerpo (cf. Mt 25, 31-46), velar con nosotros y sostenernos frente al drama que sufre nuestro país. Que la Santísima Virgen María, Reina de la paz, obtenga la paz para nuestra querida patria. Dado en Kinshasa, el 13 de noviembre del 2008. Tradujo [NBJ] |
Multinacionales en el Congo
Multinacionales que
quieren prolongar
la guerra en el Congo
Zenit, agencia de noticias del Vaticano, dijo hace poco que “la crisis humanitaria más olvidada en nuestro planeta es la del Congo” De vez en cuando en los medios asoma la tragedia pues ya no hay modo de ocultarla. Pero lo que se dice de ella es todavía irrisorio e insultante en comparación con la magnitud de la barbarie y el genocidio. Y no hay llanto, ni pedir perdón, ni propósito de enmienda.
En esta Carta a las Iglesias de vez en cuando decimos una palabra sobre el Congo. Es un muy pequeño grano de arena. Ahora, aunque no sea más que por pudor, volvemos a recordar a ese inmenso “pueblo crucificado”. Presentaremos, resumidamente, tres textos que han llegado a nuestras manos estos días. Terminaremos con una breve reflexión.
1. “Quieren prolongar la guerra en el Congo”
En Periodista Digital del 27 de noviembre el jesuita Ferdinand Muhigirwa acusa a la comunidad internacional de querer prolongar la guerra en el Congo. “Si la comunidad internacional lo quisiera realmente, la guerra en la República Democrática del Congo terminaría en pocos días”.
Y da la razón. “Está claro que la raíz del conflicto son los minerales, de los que se benefician las empresas mineras y los países extranjeros, pero no la población autóctona que se ve obligada a vivir con menos de un dólar al día”. Los organismos supranacionales, como la Unión Europea, prefieren que la contienda se mantenga y ”se prolongue en el tiempo de forma interminable”.
El genocidio, por causa de la guerra y la pobreza, es claro. “Es terrible que en un país tan extremadamente rico la población viva abocada a tales niveles de pobreza”. Y crece la deshumanización.
En El Salvador lo entendemos bien. Desde hace décadas se produce el abandono progresivo de la agricultura: “la gente no quiere seguir trabajando en los sectores tradicionales porque prefiere enriquecerse en las minas” Y sufren los niños: “Las familias permiten a sus hijos abandonar el colegio desde edades muy tempranas para excavar. Creen que así se van a hacer ricos, cuando después la mayoría no consigue más de 50 dólares al mes”.
Son palabras mayores.
1. la guerra en el Congo es un genocidio que ha producido 5 millones de muertos en 15 años.
2. El genocidio puede ser detenido, pero la comunidad internacional, las democracias del Norte, no quieren detenerlo.
3. El Congo es un pueblo activamente crucificado.
2. “El teléfono celular: ataúd del Congo”
En lenguaje periodístico Cristóbal Saura explicaba en El portal del medio ambiente, el 6 junio de 2007, por qué ocurre el genocidio y por qué se oculta.
El genocidio.
En las montañas orientales del Congo hay coltán y niobio, además de oro, diamantes, cobre y estaño. El coltán, abreviatura de colombio-tantalio, está en suelos de una antigüedad de tres mil millones de años. Se usa con el niobio para fabricar los condensadores para manejar el flujo eléctrico de los teléfonos celulares. Cobalto y uranio son elementos esenciales para las industrias nuclear, química, aeroespacial y de armas de guerra. Alrededor del 80% de las reservas mundiales de coltán están en el Congo.
Por el control de estos minerales escasos hay una guerra tremenda. Los poderes multinacionales quieren controlar la minería de la región. Conclusión: “el motivo del genocidio son estos minerales que buscan las corporaciones” y además están destruyendo la segunda área verde del planeta después del también amenazado Amazona.
Un poco de historia.
En 1996 Estados Unidos patrocinó una invasión de fuerzas militares de las vecinas Rwanda y Uganda. Hacia 1998 tomaron el control y ocuparon las áreas mineras estratégicas. Muy pronto, el ejército rwandés comenzó a ganar más de 20 millones de dólares por mes con la minería del coltán. Hay cientos de informes que denuncian abusos de los derechos humanos en esa región minera.
Las empresas con capacidad tecnológica convierten el coltán en el codiciado tantalio en polvo y lo venden a Nokia, Motorola, Compaq, Sony y a otros fabricantes que lo usan en teléfonos celulares y otros aparatos de tecnología “de punta”.
Keith Harmon Snow dice que para analizar la geopolítica del Congo y las razones de una guerra casi inacabable desde 1996, hay que comprender el crimen organizado por negocios multinacionales.
La guerra del Congo se planificó con las inversiones de corporaciones multinacionales de Estados Unidos, Alemania, China y Japón en la región. Y está apoyada por las más poderosas corporaciones, la Cabot Corporation y al OM Group, de Estados Unidos; la HC Starck de Alemania; y Nigncxia, de China.
Redes criminales, preparadas y mantenidas por esas multinacionales, practican la extorsión, soborno, violación y matanzas. Y obtienen beneficios sin precedentes con la minería del Congo. Hasta 6 millones de dólares en cobalto crudo salen a diario de la RDC. Sin embargo, casi nunca aparecen estas compañías en los informes sobre derechos humanos.
Personajes relacionados con el negocio del coltán han estado muy cercanos al gobierno de Estados Unidos. Sam Bodman fue llamado por el Presidente Bush en 2004 para ser Secretario de Energía. Nicole Seligman fue consejera legal de Bill Clinton. Muchos que alcanzaron posiciones de poder en la administración Clinton pasaron a altos cargos en Sony Corporation.
En el negocio participan distribuidores norteamericanos de armas, como Simax, y las compañías que fabrican material de guerra para el Pentágono, llamadas “proveedores de Defensa”, Lockheed Martin, Halliburton, Northrop Grumman, GE, Boeing, Raytheon y Bechtel. Incluso organizaciones pseudo humanitarias como CARE, el Comité de Rescate Internacional; “Conservation”, empresas de relaciones públicas y grandes medios de comunicación como The New York Times.
Se han hecho grandes fortunas, vendiendo electrónica de alta tecnología para que la disfruten los norteamericanos y europeos, los japoneses y los “nuevos ricos” de América Latina, China y la India.
El encubrimiento.
El 5 de junio de 2006, se leía en la portada de la revista Time: “Congo: El Peaje Oculto de la Guerra más Mortal del Mundo”. Es cierto que el artículo mencionaba brevemente el coltán y su uso en los teléfonos celulares y en otros aparatos electrónicos. La guerra era una tragedia horrible, pero nada decía de las actividades de las corporaciones y los gobiernos extranjeros, para, a través de la guerra, apoderarse del coltán. Ni tampoco, de quiénes obtienen de esta guerra resultados financieros y políticos.
Johann Hari en The Hamilton Spectator, el 13 de mayo de 2006, sí analizó el origen de esta y otras guerras en África. “El único cambio a través de las décadas ha sido qué recursos naturales se buscan para consumo occidental: caucho bajo los belgas, diamantes bajo Mobutu y ahora coltán y casiterita”. Lo más cruel es que los medios no dicen nada de que estos conflictos han llevado a la población africana a una vida inhumana.
3. “Cada kilo de coltán cuesta la vida a dos niños”
Lo dice Alberto Vázquez Figueroa en el ABC del 12 de noviembre de este año. Cuenta el impacto de la guerra del coltán en los niños. Reproducimos sus reflexiones, formuladas con palabras de las preguntas y de sus respuestas.
“Los niños, de entre siete y diez años, son grandes víctimas de la lucha por el coltán. Son terriblemente explotados, y se les “paga” 25 centavos de euro al día. ¿Estamos ante la esclavitud del siglo XXI? El coltán lo extraen niños porque se encuentra en yacimientos a muy baja profundidad, y con sus pequeños cuerpos son los que caben mejor por los recovecos.
Muchos de estos niños mueren víctimas de horribles desprendimientos de tierra. Y se quedan ahí enterrados. Lo que no han querido las empresas que fabrican aparatos con coltán es que eso se supiera. Yo he vivido dos décadas en África y algo había oído. Hay fotos de esa barbaridad: niños semiesclavos respirando polvo mientras llueve a mares o se los lleva la riada. Eso es un infierno. Han llegado cientos de miles de refugiados y aquello es un desastre.
Yo me pregunto: ¿cómo en el siglo XXI toda nuestra tecnología depende de que haya un niño dando martillazos a una piedra y a un pedazo de tierra que se le viene encima? ¡Esto es de locos! Todos recordamos a tutsis y hutus matándose a machetazos, no olvidamos las iglesias quemadas con toda la gente dentro, ni a los niños perseguidos, con los brazos y narices cercenados. 700,000 desplazados y ya casi cinco millones de muertos ¡por el maldito coltán y para que nosotros tengamos una vida más cómoda!
No paramos la guerra porque las grandes empresas y gobiernos no quieren que se pare. Si se paraliza la guerra no se hace negocio con el coltán. Se quedaría en el Congo. Quien controle el coltán controlará nuestra vida”.
Reflexiones desde El Salvador
1. No es posible leer textos como éstos sin sentirse mal, pero alguno podrá preguntarse por qué fijarnos en el Congo cuando en El Salvador también vivimos en medio de gravísimos problemas. Y además, poco podemos hacer. La respuesta es: “por pudor”. No se puede ser humano, ni en El Salvador ni en Roma, si no hacemos hoy central el dolor del Congo.
Y también por un mínimo de honradez. En los peores años de represión contra el pueblo salvadoreño, se levantaron voces en Estados Unidos y en Europa para dar a conocer nuestra tragedia y ofrecernos solidaridad. Poco podemos hacer desde aquí, pero al menos difundamos lo que está pasando en el Congo.
2. Por lo que toca a la UCA, ahora que recordamos a nuestros mártires jesuitas sería irresponsable no recordar a los jesuitas del Congo y sus mártires. Un jesuita, Christophe Munzihirwa, arzobispo de Bukavu, fue asesinado en 1996 por defender a cientos de miles de refugiados. Lo llaman “el san Romero de África”.
Ahora recibimos este mensaje de Ferdinand Muhigirwa, jesuita congoleño, director del Centro de Estudios para la Acción Social que clama desde Kinshasa. Nos recuerda las palabras de nuestros mártires. Y nos sentimos hermanos. Y nos acordamos también del Padre Arrupe, cuando nos exigió a todos “la lucha por la justicia”, pagando el precio necesario. 49 jesuitas han sido asesinados desde entonces en el tercer mundo. Y el mismo Padre Arrupe sufrió fuerte persecución al interior de la Iglesia.
3. La realidad del Congo desenmascara la falsedad del “mundo de abundancia, civilizado y democrático”, lo acusa y lo juzga. Casaldáliga escribe: “África ha sido llamada el calabozo del mundo, una Shoá continental”.
Nuestro amigo Luis de Sebastián ha escrito un impresionante libro con el título: “África, pecado de Europa”. Bueno y necesario es recurrir al lenguaje religioso de “pecado”. No es políticamente correcto, pero el lenguaje civil, correcto y democrático, no ha descubierto una palabra equivalente. En teología, “pecado” es “lo que da muerte”. Dio muerte al hijo de Dios y sigue dando muerte a millones de hijos e hijas suyas.
4. Por coincidencia, escribimos estas páginas en el tercer aniversario de la muerte del Padre Jon Cortina.
En el salmo hemos rezado: “En el consejo de los dioses se levanta Dios y los acusa: “¿hasta cuándo juzgarán inicuamente? Juzguen a favor del débil y del huérfano; hagan justicia al humilde y al indigente; liberen al débil y al pobre y arránquenlos de las manos de los impíos”.
Es el juicio de Dios ante la guerra de El Congo contra los dioses, imperios, transnacionales, medios de comunicación.
5. Y permítanme una reflexión personal. Yo me enteré que había una guerra en el Congo hace unos diez años. No sabía lo que era el coltán, ni para qué servía. Y menos sabía de los criminales manejos de occidente para conseguirlo.
De todo ello no me enteré ni en la UCA, ni en mis visitas a Estados Unidos y Europa. Me lo contaron sencillas religiosas que vivieron las tragedias de Ruanda y Burundi, y trabajaron en los campos de refugiados de Bukavu, el Congo. Me abrieron los ojos.
Y les he visto trabajar en comités de solidaridad en toda España, con suma sencillez, con medios muy limitados, pero con gran lucidez y amor. Publican Umoya, revista sobre la realidad actual de África. Siguen adelante. Y son las que más saben de África.
Me recuerdan las palabras que le escuché a Joe Moackley, congresista por Massachussets, cuando venía a defender a los campesinos salvadoreños de la represión del ejército gubernamental: “cuando tengo que votar en el Congreso sobre nuestra política en algún país del tercer mundo, para informarme no me pongo en contacto con nuestras embajadas, sino con religiosas que trabajen allí. Son las que más saben”.
6. Con el coltán se hacen misiles, teléfonos celulares y hasta juguetes. Cuando los usemos recordemos a los 5 millones que han muerto en esta guerra, y recordemos a gentes como Ferdinand Muhigirwa, que nos mantiene en la verdad y en el amor.
7. A las personas a las que he visto mantener la esperanza para el Congo son las religiosas que han estado allá. No son ingenuas, pero con cariño y admiración recuerdan la bondad que han visto.
quieren prolongar
la guerra en el Congo
Zenit, agencia de noticias del Vaticano, dijo hace poco que “la crisis humanitaria más olvidada en nuestro planeta es la del Congo” De vez en cuando en los medios asoma la tragedia pues ya no hay modo de ocultarla. Pero lo que se dice de ella es todavía irrisorio e insultante en comparación con la magnitud de la barbarie y el genocidio. Y no hay llanto, ni pedir perdón, ni propósito de enmienda.
En esta Carta a las Iglesias de vez en cuando decimos una palabra sobre el Congo. Es un muy pequeño grano de arena. Ahora, aunque no sea más que por pudor, volvemos a recordar a ese inmenso “pueblo crucificado”. Presentaremos, resumidamente, tres textos que han llegado a nuestras manos estos días. Terminaremos con una breve reflexión.
1. “Quieren prolongar la guerra en el Congo”
En Periodista Digital del 27 de noviembre el jesuita Ferdinand Muhigirwa acusa a la comunidad internacional de querer prolongar la guerra en el Congo. “Si la comunidad internacional lo quisiera realmente, la guerra en la República Democrática del Congo terminaría en pocos días”.
Y da la razón. “Está claro que la raíz del conflicto son los minerales, de los que se benefician las empresas mineras y los países extranjeros, pero no la población autóctona que se ve obligada a vivir con menos de un dólar al día”. Los organismos supranacionales, como la Unión Europea, prefieren que la contienda se mantenga y ”se prolongue en el tiempo de forma interminable”.
El genocidio, por causa de la guerra y la pobreza, es claro. “Es terrible que en un país tan extremadamente rico la población viva abocada a tales niveles de pobreza”. Y crece la deshumanización.
En El Salvador lo entendemos bien. Desde hace décadas se produce el abandono progresivo de la agricultura: “la gente no quiere seguir trabajando en los sectores tradicionales porque prefiere enriquecerse en las minas” Y sufren los niños: “Las familias permiten a sus hijos abandonar el colegio desde edades muy tempranas para excavar. Creen que así se van a hacer ricos, cuando después la mayoría no consigue más de 50 dólares al mes”.
Son palabras mayores.
1. la guerra en el Congo es un genocidio que ha producido 5 millones de muertos en 15 años.
2. El genocidio puede ser detenido, pero la comunidad internacional, las democracias del Norte, no quieren detenerlo.
3. El Congo es un pueblo activamente crucificado.
2. “El teléfono celular: ataúd del Congo”
En lenguaje periodístico Cristóbal Saura explicaba en El portal del medio ambiente, el 6 junio de 2007, por qué ocurre el genocidio y por qué se oculta.
El genocidio.
En las montañas orientales del Congo hay coltán y niobio, además de oro, diamantes, cobre y estaño. El coltán, abreviatura de colombio-tantalio, está en suelos de una antigüedad de tres mil millones de años. Se usa con el niobio para fabricar los condensadores para manejar el flujo eléctrico de los teléfonos celulares. Cobalto y uranio son elementos esenciales para las industrias nuclear, química, aeroespacial y de armas de guerra. Alrededor del 80% de las reservas mundiales de coltán están en el Congo.
Por el control de estos minerales escasos hay una guerra tremenda. Los poderes multinacionales quieren controlar la minería de la región. Conclusión: “el motivo del genocidio son estos minerales que buscan las corporaciones” y además están destruyendo la segunda área verde del planeta después del también amenazado Amazona.
Un poco de historia.
En 1996 Estados Unidos patrocinó una invasión de fuerzas militares de las vecinas Rwanda y Uganda. Hacia 1998 tomaron el control y ocuparon las áreas mineras estratégicas. Muy pronto, el ejército rwandés comenzó a ganar más de 20 millones de dólares por mes con la minería del coltán. Hay cientos de informes que denuncian abusos de los derechos humanos en esa región minera.
Las empresas con capacidad tecnológica convierten el coltán en el codiciado tantalio en polvo y lo venden a Nokia, Motorola, Compaq, Sony y a otros fabricantes que lo usan en teléfonos celulares y otros aparatos de tecnología “de punta”.
Keith Harmon Snow dice que para analizar la geopolítica del Congo y las razones de una guerra casi inacabable desde 1996, hay que comprender el crimen organizado por negocios multinacionales.
La guerra del Congo se planificó con las inversiones de corporaciones multinacionales de Estados Unidos, Alemania, China y Japón en la región. Y está apoyada por las más poderosas corporaciones, la Cabot Corporation y al OM Group, de Estados Unidos; la HC Starck de Alemania; y Nigncxia, de China.
Redes criminales, preparadas y mantenidas por esas multinacionales, practican la extorsión, soborno, violación y matanzas. Y obtienen beneficios sin precedentes con la minería del Congo. Hasta 6 millones de dólares en cobalto crudo salen a diario de la RDC. Sin embargo, casi nunca aparecen estas compañías en los informes sobre derechos humanos.
Personajes relacionados con el negocio del coltán han estado muy cercanos al gobierno de Estados Unidos. Sam Bodman fue llamado por el Presidente Bush en 2004 para ser Secretario de Energía. Nicole Seligman fue consejera legal de Bill Clinton. Muchos que alcanzaron posiciones de poder en la administración Clinton pasaron a altos cargos en Sony Corporation.
En el negocio participan distribuidores norteamericanos de armas, como Simax, y las compañías que fabrican material de guerra para el Pentágono, llamadas “proveedores de Defensa”, Lockheed Martin, Halliburton, Northrop Grumman, GE, Boeing, Raytheon y Bechtel. Incluso organizaciones pseudo humanitarias como CARE, el Comité de Rescate Internacional; “Conservation”, empresas de relaciones públicas y grandes medios de comunicación como The New York Times.
Se han hecho grandes fortunas, vendiendo electrónica de alta tecnología para que la disfruten los norteamericanos y europeos, los japoneses y los “nuevos ricos” de América Latina, China y la India.
El encubrimiento.
El 5 de junio de 2006, se leía en la portada de la revista Time: “Congo: El Peaje Oculto de la Guerra más Mortal del Mundo”. Es cierto que el artículo mencionaba brevemente el coltán y su uso en los teléfonos celulares y en otros aparatos electrónicos. La guerra era una tragedia horrible, pero nada decía de las actividades de las corporaciones y los gobiernos extranjeros, para, a través de la guerra, apoderarse del coltán. Ni tampoco, de quiénes obtienen de esta guerra resultados financieros y políticos.
Johann Hari en The Hamilton Spectator, el 13 de mayo de 2006, sí analizó el origen de esta y otras guerras en África. “El único cambio a través de las décadas ha sido qué recursos naturales se buscan para consumo occidental: caucho bajo los belgas, diamantes bajo Mobutu y ahora coltán y casiterita”. Lo más cruel es que los medios no dicen nada de que estos conflictos han llevado a la población africana a una vida inhumana.
3. “Cada kilo de coltán cuesta la vida a dos niños”
Lo dice Alberto Vázquez Figueroa en el ABC del 12 de noviembre de este año. Cuenta el impacto de la guerra del coltán en los niños. Reproducimos sus reflexiones, formuladas con palabras de las preguntas y de sus respuestas.
“Los niños, de entre siete y diez años, son grandes víctimas de la lucha por el coltán. Son terriblemente explotados, y se les “paga” 25 centavos de euro al día. ¿Estamos ante la esclavitud del siglo XXI? El coltán lo extraen niños porque se encuentra en yacimientos a muy baja profundidad, y con sus pequeños cuerpos son los que caben mejor por los recovecos.
Muchos de estos niños mueren víctimas de horribles desprendimientos de tierra. Y se quedan ahí enterrados. Lo que no han querido las empresas que fabrican aparatos con coltán es que eso se supiera. Yo he vivido dos décadas en África y algo había oído. Hay fotos de esa barbaridad: niños semiesclavos respirando polvo mientras llueve a mares o se los lleva la riada. Eso es un infierno. Han llegado cientos de miles de refugiados y aquello es un desastre.
Yo me pregunto: ¿cómo en el siglo XXI toda nuestra tecnología depende de que haya un niño dando martillazos a una piedra y a un pedazo de tierra que se le viene encima? ¡Esto es de locos! Todos recordamos a tutsis y hutus matándose a machetazos, no olvidamos las iglesias quemadas con toda la gente dentro, ni a los niños perseguidos, con los brazos y narices cercenados. 700,000 desplazados y ya casi cinco millones de muertos ¡por el maldito coltán y para que nosotros tengamos una vida más cómoda!
No paramos la guerra porque las grandes empresas y gobiernos no quieren que se pare. Si se paraliza la guerra no se hace negocio con el coltán. Se quedaría en el Congo. Quien controle el coltán controlará nuestra vida”.
Reflexiones desde El Salvador
1. No es posible leer textos como éstos sin sentirse mal, pero alguno podrá preguntarse por qué fijarnos en el Congo cuando en El Salvador también vivimos en medio de gravísimos problemas. Y además, poco podemos hacer. La respuesta es: “por pudor”. No se puede ser humano, ni en El Salvador ni en Roma, si no hacemos hoy central el dolor del Congo.
Y también por un mínimo de honradez. En los peores años de represión contra el pueblo salvadoreño, se levantaron voces en Estados Unidos y en Europa para dar a conocer nuestra tragedia y ofrecernos solidaridad. Poco podemos hacer desde aquí, pero al menos difundamos lo que está pasando en el Congo.
2. Por lo que toca a la UCA, ahora que recordamos a nuestros mártires jesuitas sería irresponsable no recordar a los jesuitas del Congo y sus mártires. Un jesuita, Christophe Munzihirwa, arzobispo de Bukavu, fue asesinado en 1996 por defender a cientos de miles de refugiados. Lo llaman “el san Romero de África”.
Ahora recibimos este mensaje de Ferdinand Muhigirwa, jesuita congoleño, director del Centro de Estudios para la Acción Social que clama desde Kinshasa. Nos recuerda las palabras de nuestros mártires. Y nos sentimos hermanos. Y nos acordamos también del Padre Arrupe, cuando nos exigió a todos “la lucha por la justicia”, pagando el precio necesario. 49 jesuitas han sido asesinados desde entonces en el tercer mundo. Y el mismo Padre Arrupe sufrió fuerte persecución al interior de la Iglesia.
3. La realidad del Congo desenmascara la falsedad del “mundo de abundancia, civilizado y democrático”, lo acusa y lo juzga. Casaldáliga escribe: “África ha sido llamada el calabozo del mundo, una Shoá continental”.
Nuestro amigo Luis de Sebastián ha escrito un impresionante libro con el título: “África, pecado de Europa”. Bueno y necesario es recurrir al lenguaje religioso de “pecado”. No es políticamente correcto, pero el lenguaje civil, correcto y democrático, no ha descubierto una palabra equivalente. En teología, “pecado” es “lo que da muerte”. Dio muerte al hijo de Dios y sigue dando muerte a millones de hijos e hijas suyas.
4. Por coincidencia, escribimos estas páginas en el tercer aniversario de la muerte del Padre Jon Cortina.
En el salmo hemos rezado: “En el consejo de los dioses se levanta Dios y los acusa: “¿hasta cuándo juzgarán inicuamente? Juzguen a favor del débil y del huérfano; hagan justicia al humilde y al indigente; liberen al débil y al pobre y arránquenlos de las manos de los impíos”.
Es el juicio de Dios ante la guerra de El Congo contra los dioses, imperios, transnacionales, medios de comunicación.
5. Y permítanme una reflexión personal. Yo me enteré que había una guerra en el Congo hace unos diez años. No sabía lo que era el coltán, ni para qué servía. Y menos sabía de los criminales manejos de occidente para conseguirlo.
De todo ello no me enteré ni en la UCA, ni en mis visitas a Estados Unidos y Europa. Me lo contaron sencillas religiosas que vivieron las tragedias de Ruanda y Burundi, y trabajaron en los campos de refugiados de Bukavu, el Congo. Me abrieron los ojos.
Y les he visto trabajar en comités de solidaridad en toda España, con suma sencillez, con medios muy limitados, pero con gran lucidez y amor. Publican Umoya, revista sobre la realidad actual de África. Siguen adelante. Y son las que más saben de África.
Me recuerdan las palabras que le escuché a Joe Moackley, congresista por Massachussets, cuando venía a defender a los campesinos salvadoreños de la represión del ejército gubernamental: “cuando tengo que votar en el Congreso sobre nuestra política en algún país del tercer mundo, para informarme no me pongo en contacto con nuestras embajadas, sino con religiosas que trabajen allí. Son las que más saben”.
6. Con el coltán se hacen misiles, teléfonos celulares y hasta juguetes. Cuando los usemos recordemos a los 5 millones que han muerto en esta guerra, y recordemos a gentes como Ferdinand Muhigirwa, que nos mantiene en la verdad y en el amor.
7. A las personas a las que he visto mantener la esperanza para el Congo son las religiosas que han estado allá. No son ingenuas, pero con cariño y admiración recuerdan la bondad que han visto.
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