CAMALEÓN
El
debate enaltece.
Los tiempos que corren en Veracruz son de
frustración ciudadana y de enojo social porque son pocas las expectativas que
se cumplen; por un lado, la institución a cuyo cargo está la captura de Duarte
de Ochoa no ha sido capaz de ubicarlo y echarle el guante para traerlo al lugar
en donde cometió el delito y tras del debido proceso aplicarle el rigor de la
ley, con la misma precisión que se ejecuta a quien robó una gallina del patio
vecino. Enojo social porque en contraste al empobrecido pueblo veracruzano,
ahora se sabe que la pomposamente denominada “primera dama” gastaba con dinero público
millones de pesos para renovar su vestuario y enriquecer su alhajero; aún con
eso la autoridad se muestra impotente para encarcelar a quien ha sido
considerado como el político más corrupto del orbe, eso sí, hecho en Veracruz.
También son tiempos de decepción, pues debido al
complicado escenario que recibió el gobierno de la transición y la alternancia
no se están cumpliendo las expectativas, aunque las razones que lo explican son
bien conocidas. Por el contrario, la razón social “gobierno del cambio” se ha
venido desvaneciendo aceleradamente por explicables razones: problemas sin
solución, despidos injustificados, candidatos arropados por el PAN con perfil
de tránsfugas priistas, el apapacho a una lideresa sindical previamente señalada
en la Secretaría de Salud por antecedentes nada recomendables, y ahora se la
considera “una gran colaboradora”, salvo que el lenguaje críptico del político
se traduzca en que es testigo protegido, esos no son signos alentadores pues
invitan al desengaño.
Ante ese lamentable panorama bien vale un ejercicio
de catarsis y, como dijera el vate veracruzano: “no viendo más que sombras en
el camino me contempla el resplandor del cielo”, y nada mejor que acudir al expediente
de acontecimientos dignos del panegírico, como el debate sobre Juárez
protagonizado por Francisco Bulnes, la cumbre político-cultural de principios
del siglo XX mexicano, y Fernando Iglesia Calderón, hijo del ilustre liberal y presidente
interino de México, don José Ma. Iglesias; el primero injuriando a Juárez en
base a sofismas, en su libro “El verdadero Juárez”, y el segundo defendiendo la
memoria del prócer argumentando contra
Bulnes en su detallada investigación “Las supuestas traiciones de Juárez”. En
1906 se festejaría el primer centenario del nacimiento del patricio y sus
adversarios juntaron sus fobias de odio repitiendo lo que Bulnes escribía bajo
el signo de la insidia y la mentira, mientras Fernando Iglesias los refutaba
con documentación irrebatible. Esclarecedor
debate, del cual la figura del Benemérito emergió como las aves del pantano a
las que cantaba el vate Díaz Mirón.
Otro debate, también de altura, ocurrido en nuestra
Atenas veracruzana en 1989 en las páginas del semanario Punto y Aparte,
dirigido entonces por el icono periodístico de Veracruz, don Froilán Flores
Cancela, Premio Nacional de periodismo, erudito, autodidacta, y maestro de
elegante prosa hermanada a excelsas reflexiones filosóficas.
Fue interesante y aleccionador el debate entre el jurista
y político, entonces senador, Julio Patiño Rodríguez (q.e.p.d.), y el actual
magistrado, político y jurista, Ignacio González Rebolledo, el tema: la esencia
del artículo 115 constitucional respecto del nombramiento de funcionarios
municipales en ausencia de titulares y suplentes. El asunto evocaba a dos
alcaldes veracruzanos por designación, y dio margen al interesante intercambio
de ideas y sobre hermenéutica jurídica e interpretación legislativa acerca del
artículo 115 constitucional.
No se trata de definir a cuál de los dos insignes
protagonistas asiste la razón jurídica, sino enmarcar el contexto político en
el que se debatía porque finalmente fue asunto derivado de una acción de
autoridad con implicaciones políticas, quizá sirva para concluir que en tiempos
de crisis imperan en gran medida las circunstancias sobre la elasticidad que
las leyes permiten.
11 marz0- 2017.
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