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martes, 14 de mayo de 2019

Los veneros que escrituró el diablo. EL PETRÓLEO: HISTORIAS AMARGAS. Septima parte. Joel Hurtado Ramón

Los veneros que escrituró el diablo.

EL PETRÓLEO: HISTORIAS AMARGAS.

Septima parte.

Joel Hurtado Ramón

Historia tercera._Cuando Enrico Mattei, fundador de la moderna industria energética de Italia, acuñó enfurecido el término las Siete Hermanas para referirse a las compañías anglosajonas que controlaban el petróleo de Medio Oriente después de la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera imaginaba el profundo cambio que ocurriría en la correlación de fuerzas apenas medio siglo después.
Debido a que los precios del petróleo se han triplicado en los cuatro años recientes, un nuevo grupo de compañías gaseras y petroleras ha cobrado relevancia, ha consolidado su poder en la búsqueda y concentración de recursos energéticos y ha causado pánico entre los consorcios más grandes del mundo, aquellos que surgieron de las Siete Hermanas originales: ExxonMobil y Chevron, de Estados Unidos, y las europeas BP y Royal Dutch Shell.
Las nuevas Siete Hermanas, las compañías energéticas más influyentes provenientes de países no miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), han sido identificadas por el Financial Times, en colaboración con numerosos ejecutivos de la industria. Ellas son: Saudi Aramco, de Arabia Saudita; Gazprom, de Rusia; CNPC, de China; NIOC, de Irán; Pdvsa, de Venezuela; Petrobras, de Brasil, y Petronas, de Malasia.
Estas empresas, de propiedad abrumadoramente estatal, controlan casi un tercio de la producción mundial de gas y petróleo y más de un tercio de las reservas de ambos hidrocarburos. El contraste: las viejas Siete Hermanas -cuyo número se redujo a sólo cuatro durante la consolidación de la industria energética, en los años 90- producen alrededor de 10 por ciento del petróleo y el gas del mundo y concentran apenas 3 por ciento de las reservas; sin embargo, el hecho de ser compañías integradas -lo que significa que no sólo venden petróleo y gas, sino también gasolina, diesel y petroquímicos- les ha permitido obtener utilidades muy superiores a las de sus nuevos competidores.
Robin West, presidente de PFC Energy, consultora del sector energético, explica: "Las Siete Hermanas fueron importantes porque ellas fijaban las reglas: controlaban la industria y los mercados. Ahora las nuevas Siete Hermanas son las que imponen las normas y las petroleras trasnacionales tienen que acatarlas".
La Agencia Internacional de Energía (AIE), organismo que supervisa el sector energético en los países desarrollados, calcula que en los próximos 40 años 90 por ciento de los nuevos suministros de energéticos provendrán de países en desarrollo. Un estudio del Instituto de Políticas Públicas James A. Baker III de la Universidad Rice destaca que este es un gran cambio en comparación con las tres décadas anteriores, cuando 40 por ciento de la producción provenía de las naciones industrializadas y la mayor parte estaba controlada por los grupos occidentales mencionados.
El principal proveedor será Saudi Aramco, la compañía petrolera más grande y moderna del orbe y, por tanto, la primera en la lista del Financial Times. Luego del repunte de los precios del crudo en 2002, Saudi Aramco puso en marcha el programa de crecimiento más ambicioso en toda una generación, con el cual busca aumentar su capacidad de producción de 11 millones de barriles al día (13 por ciento del consumo mundial actual) a 12.5 millones y luego a 15 millones de barriles diarios.
De esta forma, Saudi Aramco consolidará su posición como la compañía petrolera más poderosa del mundo; ello le permitirá a Riad seguir siendo el banquero central del mercado de crudo, el que abrirá las válvulas cuando haya escasez global de suministro y las cerrará cuando los precios disminuyan por debajo de un nivel que le resulte confortable.
Las empresas petroleras internacionales y los líderes de los principales países consumidores han aprendido a aceptar el predominio de Saudi Aramco; sin embargo, la creciente influencia de otras compañías nacionales les resulta más difícil de tragar. A finales del año pasado, BP y Shell dejaron de estar entre los primeros lugares en los mercados bursátiles; en cambio, Gazprom, de Rusia, y PetroChina (88 por ciento propiedad de CNPC), se colocaron respectivamente en segundo y tercer lugar entre las firmas del sector energético que cotizan en bolsa.

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