CAMALEÓN
Nos volvieron a saquear
Hace seis años recién terminaba el lamentable
gobierno de Fidel Herrera, y por razones muy conocidas evocando al ex
presidente José López Portillo clamábamos: ¡Ya nos saquearon, no nos volverán a
saquear! Pero seis años después observamos que nos volvieron a saquear, que
todos fuimos testigos de ese latrocinio porque no fue en lo oscurito sino a campo
abierto. La única reacción en contra la expresó el voto ciudadano del 5 de
junio pasado, al proclamar la alternancia pues dos tercios de los votantes se
manifestaron en contra de la permanencia en el poder del partido actualmente en
el gobierno.
Sin embargo, tendríamos que definir si esa
expresión demuestra madurez política y concientización social para que en lo
sucesivo la clase política enderece su comportamiento y adopte actitudes ajenas
al patrimonialismo del que ha dado cabal muestra la clase gobernante que ya se
va. El riesgo seguirá latente en tanto la participación ciudadana orbite en los
límites de la indiferencia. ¿Qué ocurrió en Veracruz para que se repitiera la
voraz depredación durante 12 años?
Aunque nos duela debemos aceptar que como
sociedad fuimos cómplices de la entera libertad con la que Duarte y sus compinches
actuaron para dañar a Veracruz sin que hubiera poder político ni social que lo
impidiera. Durante cinco años escuchamos un discurso oficial ramplón, como el
de “Veracruz ya cambió”, muy aplaudido en el quinto informe de gobierno, pero
nada hay en la entidad que confirme una obra de infraestructura hospitalaria,
carretera, urbana, educativa, etc., justificando los miles de millones de pesos
que se presupuestaron cada uno de estos años para la inversión productiva.
Pocos señalaron abiertamente ese desfalco que se veía a leguas de distancia.
Pero todo estaba a la vista. Nadie debe
asombrarse de lo que ocurre porque a través de los años de la docena
patrimonialista las manifestaciones de inconformidad menudearon, incluso entre
actores políticos del partido gobernante. Pero las expresiones de inconformidad
y de protesta provinieron principalmente de pueblos serranos, particularmente
de Zongolica y de Soteapan; sus manifestaciones de protesta alcanzaron el rango
de consuetudinarias en estos últimos seis años: en el sur ¿cuántas veces
cerraron la presa Yuribia y las carreteras sureñas en protesta por obras
inconclusas? En el centro fueron innumerables las ocasiones que la autopista
Orizaba- Veracruz fue bloqueada por pobladores de la Sierra de Zongolica debido
a incumplimientos gubernamentales; en el norte, si bien menos prolíficas las
manifestaciones de inconformidad, una vez más quedaron a la espera de la
autopista Tuxpan-Tampico, pomposamente anunciada en la primera acción del
gobierno duartista. Jamás llegó el agua a los municipios de la sierra de
Otontepec, como se les prometió repetidamente; todo un rosario de expedientes
sin cumplimiento.
En este espacio hemos reseñado la construcción
inconclusa de hospitales, autopistas anunciadas desde la campaña de 2010 que
nunca se iniciaron; poblaciones abandonadas por la inercia de un gobierno
corrupto e ineficaz; porque el titular simplemente se mostró incompetente para
los menesteres del servicio público. Y como las cosas se parecen a su dueño, y
lo accesorio sigue la suerte del principal, los colaboradores, salvo muy
contadas excepciones, resultaron cortados por el mismo rasero: ineptos y
cleptómanos.
Por el cúmulo de errores políticos y
administrativos, seis años después, cargamos con un hartazgo social a su límite
extremo; con enojo social a punto del estallido, con enconos políticos de
pronóstico reservado. Como consecuencia habrá alternancia de clase política en
el ejercicio del poder, que ojala se traduzca en cambio de modelo de gobierno,
no solo de estilo político.
No se incurre en zalamería si se expone que
el próximo gobierno puede realizar las acciones necesarias para lograr que esta
entidad supere el estancamiento y alcance tranquilidad social; porque dentro de
la calamidad concurren alicientes: el pésimo gobierno duartista permite
establecer diferencias ventajosas para el relevo; lo poco que se haga hará
diferencias; la inoperancia y penuria de obra pública propicia que cualquier
inauguración transmita la vigencia del cambio. Cambios de modelo político es lo
esperado, hasta en el PRI pudiera haber remoción de los activos tradicionales,
la sangre nueva encabezada por José Yunes Zorrilla tiene que hacerse presente,
de otra manera el arroz de la competencia electoral en 2017 y 2018 estará bien
cocinado entre PAN-PRD y MORENA.
13- noviembre.
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