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miércoles, 2 de noviembre de 2016

LA MUERTE Joel Hurtado Ramón

LA MUERTE
Joel Hurtado Ramón
La muerte en su concepción limitativa de la  vida no existe, la muerte es el símbolo de una transición física a otra que tendrá que llegar. Es, más bien, dejar una vestidura para posteriormente estrenar una más. De acuerdo con las leyes de la física nada se pierde todo se trasforma y algo parecido podríamos aplicar a la sucesión de la vida y la muerte.
Cuando el cuerpo muere el espíritu que lo habitaba pasa por diversos procesos sucesivos que   la tradición tibetana llama bardos, hasta que vuelve a encarnar en un nuevo cuerpo.
La iglesia católica lo acepta de otra manera, con la diferencia de que para ella el espíritu de la persona ya no regresará, pero si acepta que ese espíritu puede ir al purgatorio, al infierno o al cielo,  considerando  al purgatorio como un paso de purificación mientras que el infierno es el supremo castigo y el cielo la suprema recompensa.
Así es como esta institución religiosa ha venido dominando,  desde siglos atrás, a sus feligreses,  concediéndoles el cielo  o enviándolos al infierno de acuerdo a sus no siempre nobles  intereses.
Para todas las civilizaciones antiguas, hindú, egipcia, tolteca, maya etc, etc, la vida no era más que una transición donde los seres humanos tomábamos un nuevo cuerpo para seguir nuestro aprendizaje terráqueo, hasta que ya no tuviéramos que regresar debido a la experiencia acumulada que, al fin, nos llevaría a besar sus pies, o en todo caso regresar a cumplir una misión de ayuda a sus hermanos más atrasados, como fue la de Jesús, así como la de  todos los grandes Maestros que la humanidad recuerda con especial devoción, esto fue lo que llevó a los mayas a decir que los seres humanos evolucionábamos a través de múltiples reencarnaciones.
Entre los tibetanos existe la tradición  de los rimpoches, que son Maestros ascendidos  que regresan a la tierra a seguir cumpliendo con su misión.
El Dalai Lama es parte de esa antigua tradición ya que cuando un Dalai Lama muere de inmediato se busca a su próxima reencarnación.
De alguna manera el Día de los Muertos  y de los Santos Difuntos nos vienen a recordar que nuestros seres amados aún viven y que tienen  un portal dimensional por donde se les permite venir en días determinados a convivir con nosotros.
Aun cuando desde tiempos muy antiguos se ha venido representando a la muerte con una temible calavera o con un esqueleto lo cierto es, desde mi  punto de vista, la muerte deberíamos de ver   como una mujer de gran belleza, que como madre nuestra nos da nacimiento hacia otra dimensión, para seguir nuestro proceso de evolución, pero ¿porque la  diseñamos de esa manera? Por   el temor al castigo que se nos ha inculcado  debido a nuestras conductas incorrectas o errores, que es lo que significa pecado.
Cuando el Maestro Jesús le decía a un paralítico, a un ciego o a un mudo que había sanado, tus pecados, errores, te son perdonados vete y no peques más, le estaba indicando que en virtud de todos sus errores pasados, o sea cometidos en otra u otras vidas, ya que sus problemas generalmente eran heredados de vidas pasadas, en realidad le  estaba  diciendo cometiste muchos errores en otra  u otras vidas no lo vuelvas a hacer.
Es lo que en la religión hindú le llaman karma, y los aztecas destino. El Maestro en virtud de sus poderes divinos podía hacer esto y más.
Sin embargo si nuestra vida estuviera libre de errores o pecados las cosas serían diferentes, ya que no le temeríamos a la muerte y siempre estaríamos listos para irnos con alegría de este mundo cruel o valle de lágrimas como  les dicen algunos, pues el que nada debe nada teme, el miedo a la muerte se da debido a que inconscientemente o conscientemente sabemos que nuestras conductas no siempre han sido positivas y que tendremos que rendir cuentas ante nosotros mismos y los señores del karma, pero en otros planos, de todos los errores cometidos.
De ahí que el Maestro Jesús dijera más te vale perder  el ojo derecho de tu cara que caer en la gehena, más te vale perder el brazo derecho de tu cuerpo que caer en la gehena, Él no intimidaba, simplemente advertía que nuestros actos o conductas erróneas nos traerían consecuencias,  pues  toda acción positiva o negativa, traería una reacción a la medida de la misma.
Conocí a un gran Maestro que siempre nos decía: el que inconscientemente peca inconscientemente paga, el que conscientemente peca conscientemente paga.
SI todos los que actualmente se encuentran haciendo daño en el planeta, magnates, políticos, capos y sicarios, especuladores  de todo tipo y los que se les agreguen  supieran lo que experimentarán no estarían tan felices disfrutando lo que mal  han logrado, ya que el destino o karma que les espera no es envidiable por ningún lado que se les vea, ya que no hay escapatoria, pues las leyes divinas a diferencia de las leyes de los humanos son inviolables e insobornables.  
Nuestros ancestros aztecas, y los que quedaban a lo largo del continente americano,  eran una civilización en decadencia no en ascenso, sin embargo habían heredado grandes conocimientos de civilizaciones más avanzadas que cuando los españoles llegaron ya habían desaparecido como las  civilizaciones maya o tolteca; la prueba es que Teotihuacan, lugar donde los hombres se convertían en dioses, era  ruinas cubiertas por la maleza, y la gran cultura maya también, dejando solo huellas como las de Bonampak y Chichen Itzá, de ahí que su sentido de la muerte fuera muy diferente a la de los conquistadores.
 Estas civilizaciones tenían un conocimiento más profundo sobre la vida y sobre la muerte, sobre el cosmos y sobre la naturaleza, de la que actualmente presumimos debido a un avance tecnológico anárquico y  difuso que nos está llevando  al exterminio de la humanidad a través de un genocidio lento y silencioso. La gran muerte de otra civilización más.


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