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miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL AGUILA Y LA SERPIENTE VS EL AGUILA IMPERIAL. Joel Hurtado Ramón

EL AGUILA Y LA SERPIENTE VS EL AGUILA IMPERIAL.
Joel Hurtado Ramón
            Para quienes se han tomado la molestia de investigar el simbolismo del águila y la serpiente, posadas sobre un nopal, han encontrado que este símbolo, iniciático y sagrado, tiene una gran trascendencia  para el futuro de nuestro país.
Si nosotros nos diéramos a la tarea de conocer nuestros orígenes verdaderos, o en las escuelas de educación básica y media nos explicaran la grandeza de nuestros ancestros, hace mucho tiempo que hubiésemos superado el trauma de la conquista y de los miedos que atemorizan a nuestros espíritus como mexicanos, y nos sentiríamos orgullosos y poderosos, psicológicamente, y no le temeríamos a nada de lo que está ocurriendo, tanto en nuestra nación como en el mundo, por la gran protección que tenemos, y que nos llevará a ser una nación con un gran destino a cumplir, a través del tiempo y los años por venir.
Desde la campaña de Trump, hasta su reciente triunfo, de alguna manera previsto en nuestra anterior colaboración, se ha desatado una paranoia que nos tiene apesadumbrados por el futuro que nos espera, que se considera muy negativo, por no decir pavoroso.
Actualmente México se encuentra atravesando tiempos muy peligrosos, parte del cambio del ciclo cósmico escrito por los antiguos sacerdotes mayas que lo anunciaron, con mucha antelación, no como el fin del mundo, como lo explotaron comercialmente las grandes empresas trasnacionales del espectáculo, para llevar, no agua a su molino, sino millones de dólares a su bolsillos.
Los sacerdotes mayas, que tenían un gran conocimiento del cosmos y de sus movimientos permanentes, y que además conocían  las matemáticas como  parte  de su sabiduría sagrada, al igual que los  babilonios, egipcios,   hindúes y todas las culturas iniciáticas de la antigüedad, sabían de estos difíciles tiempos,  como todas esas culturas, y al igual que ellas nos dejaron predicciones, algunos les llaman profecías,  para que nos preparáramos, y las drásticas  transformaciones fueran menos dolorosas de las que estamos sufriendo, en los momentos actuales, por nuestro materialismo,  escepticismo y el pragmatismo que nos corroe.
Cientos de  años antes de que llegaran los ambiciosos españoles, como un destino manifiesto, a la usanza gringa, en este continente existieron grandes civilizaciones, de las cuales los pueblos que encontraron los conquistadores eran simples remanentes en total decadencia.
De esas grandes civilizaciones heredamos la simbología de nombres y edificaciones que, aun hoy, permanecen de pie  dando fe de la grandeza de aquellas avanzadas culturas.
Los templos mayas, toltecas, incas solo son algunas de las grandes huellas de tiempos remotos que se pierden en la noche de los tiempos, así como toda la simbología conocida, entre otras la del águila y la serpiente.
Cuando hablo de la grandeza futura de este país me sustento en verdades ocultas del símbolo, ya que atrás de cualquier mito o leyenda siempre existe una verdad velada.
El águila y la serpiente no significa lo que básicamente se dice: un águila devorando a una serpiente, sino la serpiente transformándose en águila, lo que repta, o se arrastra, algún día aprenderá a volar. El nopal con espinas y el agua que lo rodea, son las pruebas y emociones que hemos vivido y estamos viviendo, dolorosas y sangrientas, que impactan a miles de familias, connacionales nuestras, hermanas de nuestro espíritu; sus sufrimientos son nuestros sufrimientos.
El Ku-Kul-Kan, de los mayas, serpiente emplumada, como el Quetzalcóatl de los toltecas trasmitido a los mexicas, tiene la misma connotación que la serpiente transmutándose en águila. El México que hoy conocemos, y del cual todo mundo se queja, por la pobreza y la inseguridad, originada en la corrupción galopante, producida por demonios en forma humana, que nos desangra y nos lastima, creando todos los males que nos asolan, recordemos el anticristo, es el preludio de un final que no tardará en llegar, y que posiblemente sea más doloroso de lo que actualmente estamos sufriendo, pero final al fin, valga la redundancia. Es la serpiente sufriendo para transformarse en águila.
En cambio el orgulloso y arrogante imperio, la octava superior de la  antigua Roma, con su águila imperial, con su capitolio y su pentágono conquistador con sus misiles a cuesta ya no tiene remedio, su decadencia está a la vista y el triunfo del magnate lo anuncia.
El imperio es solo un trasplante de la antigua Europa, con apenas medio milenio de antigüedad, con sus mismos vicios y ambiciones, llegando ya a su menoscabo total, no olvidemos que ellos, en su mayoría, descienden del imperio inglés o la perversa Albión, como era conocida debido a sus intrigas inmorales y carentes de toda ética.
El término de este imperio, como todos los imperios, tendrá una agonía más dolorosa que la nuestra, y nosotros, desafortunadamente, la compartiremos por nuestra vecindad inevitable, pero mientras que ellos ya no tendrán ningún futuro grandioso, nosotros nos convertiremos en una potencia, no solo material sino moral, seremos una cultura sagrada nuevamente, sin religiones falsas rindiéndoles culto al dios Mamón, sino al servicio de la humanidad.
Para concluir, basta decir que el simbolismo del águila no ha sido privativo de nuestros ancestros, ya que lo encontramos en disímbolas civilizaciones antiguas, desde Asia hasta Europa, pasando por el medio oriente, por lo que el águila y la serpiente no son símbolos eminentemente americanos debido a su sacralidad, pero en las culturas mesoamericanas los encontramos muy ligados a los toltecas y a los mayas, a través del símbolo de la serpiente emplumada que señala su destino glorioso, la serpiente que repta convirtiéndose en águila.  
Finalizando con la interpretación de los símbolos heredados y su trascendencia cósmica, el México sufriente actual, simboliza el ofidio que repta, pero en el momento señalado, falta poco, se transformará en el ave que vuela, el ave Fénix que resucita de sus cenizas. El imperio, que agoniza, carece de este sustento histórico-profético y, como el águila imperial romana que lo simboliza, terminará de parecida forma al imperio mencionado, pero con mayor dolor, para desgracia de su pueblo. Al tiempo. 


  
     



     

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