EL SISTEMA
POLÍTICO MEXICANO.
CORRUPCIÓN, IMPUNIDAD, FRIVOLIDAD, SAQUEOS.
LADRONES, SINVERGÜENZAS, CÍNICOS Y
VENDE PATRIAS
I
LOS ORÍGENES
El sistema político mexicano
se ha caracterizado por todo lo anterior
y más, sin que esto quiera decir que no haya habido o no existan actualmente
políticos brillantes y honestos o que no se hayan producido resultados
positivos, sin embargo los primeros son excepcionales y los segundos son magros
comparados con los quinientos años de
independencia.
Las etapas históricas de
este país son claramente reconocibles partiendo de la conquista. Anterior a
estos ciclos encontramos las civilizaciones mesoamericanas de las cuales la
historia oficial nos da información muy limitada, desconociendo o ignorando,
por mucho, las avanzadas civilizaciones de los tiempos más remotos, que tienen
que ver muy poco con lo que encontraron los españoles, y que pueden
retrotraerse a miles de años de
antigüedad.
De las llamadas
civilizaciones incas, mayas y
teotihuacanas es mucho lo que se desconoce comparado con lo poco que se conoce.
Miles de libros se han
escrito al respecto por investigadores heterodoxos que los científicos
ortodoxos no validan solo porque según ellos no tienen pruebas visibles de sus
dichos o no se apegan a los principios de la ciencia positivista, pero no se
trata de entrar aquí a un debate al respecto, basta con que nos limitemos a lo
que la historia reciente registra para encontrarnos con que antes de la
conquista algunas culturas, si no es
que todas, estaban científica y moralmente más avanzadas que la de los conquistadores,
quienes nos heredaron su fanatismo, su crueldad y su deshonestidad. Eran en
muchos aspectos, bárbaros y muy
corruptos. Llegaron con una mentalidad
mesiánica, tratando de convertir al cristianismo a todos los nativos a costa de lo que fuera,
realizando un genocidio fuera de serie, asesinando a millones de nuestros
ancestros autóctonos, con el pretexto de la conversión pero sobre todo con la
finalidad de robarse todo el oro que
encontraban a su paso y toda la riqueza artística manifestada en joyas y
adornos y símbolos sagrados como el conocido
tocado de Moctezuma que actualmente se encuentra en uno de los museos de
Viena en Austria.
Al
respecto me remito a un artículo aparecido en EEUU durante 1846 de la pluma de
una prestigiada periodista; Jane Storms. Cuando el presidente Polk se debatía
para decidir por alguna de las alternativas del plan expansionista, A) Anexar
Tejas B) Anexar Tejas, California y Nuevo México C) Anexar Tejas, California,
Nuevo México, Chihuahua, Sonora y Baja California, a manera de ayudar al
presidente en su grave decisión; por la importancia histórica de la misma y
para ayudarnos a entender las causas de la gravedad de los hechos actuales me
permito publicar sus reflexiones.
"Las colonias
norteamericanas lucharon, desde un principio, para conservar las instituciones
políticas inglesas, tales como gobierno representativo, le ley común (commun
law) el sistema de jurado popular, la supremacía de la ley, impuestos reducidos
y la subordinación del ejercito a la autoridad civil. Gozábamos de unidad
nacional, arraigo institucional, soñábamos con una patria nueva y promisoria.
Las colonias españolas, por el contrario, durante trescientos años, nunca
contaron con un gobierno representativo ni hubo subordinación del ejército ni
la iglesia al poder civil, nunca se dio el arraigo institucional ni una
identificación con el país.
Nosotros no rompimos con
nuestro pasado, mientras que los mexicanos rompieron con el suyo: de ahí adivino
una fuente de su caos. Nosotros nos convertimos en anglosajones modernos,
plenamente convencidos de nuestra nacionalidad. Ellos rechazaron lo español
pero también lo indígena y, por lo tanto, cayeron en una confusión al no
encontrar una identidad ni como deseaban ser en todos los órdenes de la vida.
La cerrazón española impidió
abrir las puertas al mundo y dejó de poblar masivamente sus colonias, lo que
hubiera promovido se convirtieran en un país libre y próspero. Nosotros abrimos
la compuerta a inmigración masiva y, por ello, en estos momentos con 20
millones de habitantes esforzados, libres, alfabetizados, dotados de una
mística de progreso y deseosos de construir un futuro en una nueva patria, en
donde los ignorantes y los perezosos no tendrían cabida.
Nuestros colonos vieron esta
oportunidad como un designio divino para crear una comunidad ejemplar que fuera
la admiración del mundo. Eran hombres de negocios, dueños de sí mismos,
acostumbrados a tener autoridad y arribaban a este nuevo mundo con sus familias
para glorificar a Dios por medio del trabajo y a vivir una existencia honesta y
próspera, ya que el éxito de sus proyectos era signo de bendición divina. Para
nosotros trabajar es acercarse a Dios. Para los españoles, al igual que toda la
aristocracia europea, el trabajo era impropio para su categoría social.
Los conquistadores no eran
colonos. Ellos llegaban solteros, venían a enriquecerse a costa de los demás
para luego regresar a España a disfrutar de sus fortunas. Después de comerse el
fruto tiran la cascara mexicana ¿Eso se entiende por patria? Ellos no llegaron
con sus familias y sus mujeres a fundar un nuevo país. Ellos procrearon hijos
por doquier. Prostituyeron a la gran familia azteca, eran, en muchos casos,
convictos que viajaban al nuevo continente en contra de su voluntad. Su avidez
por el lujo y la vida material no se satisfacía por medio del trabajo, sino del
despojo, del privilegio y las influencias. El rencor que crearon entre las
masas aborígenes desposeídas de su religión y de sus bienes envenenó el alma
mexicana.
La colonización sajona
extinguió el mestizaje; la española lo propició. Nosotros, los protestantes, no
estamos obligados al pago de diezmos; ellos, católicos, deben pagarlo
coactivamente. Nosotros, desde nuestro inicio, logramos separar la iglesia del
estado; ellos subsisten amenazadoramente fusionados en lo político y en lo
religioso. Nosotros ejercemos el libre comercio, ellos siempre dependieron de
Sevilla, al otro lado del Atlántico. Nosotros abrimos la migración; ellos no
colonizaron sus territorios norteños, no supieron trabajarlos ni defenderlos ni
unificarlos con el resto del país. Nuestras fincas prosperaron, nuestros campos
florecieron. A ellos los arroparon con La Encomienda para concentrar la riqueza
y crear abismales diferencias sociales que hoy amenazan la vida y la paz de
México.
Nosotros crecimos por medio
de la agricultura y el comercio; ellos, a través de la minería y al desplomarse
la actividad, se desplomó el país. Nosotros elegimos nuestras autoridades religiosas
y civiles; ellos nunca han elegido a sus líderes políticos ni eclesiásticos,
nunca han elegido a nadie.
Entre nosotros los ricos se
salvan, la riqueza es la manifestación de estar haciendo bien el servicio al
Señor. Para ellos es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja a
que un rico entre al reino de los cielos. Nosotros promovemos la tolerancia
religiosa; ellos aceptan los dictados de una iglesia autoritaria que invita a
la resignación y a la miseria para controlar mejor a la feligresía, cobrar más
limosnas cuyo importe siempre ocultan. Nosotros somos optimistas, arquitectos
de nuestros destinos; según ellos, Dios escribió, desde el inicio, el destino.
Son fatalistas, todo es irremediable. Lo que será, será. Nosotros llegamos a
regenerar el mundo con nuestro ejemplo; ellos están para lo que Dios mande.
Nosotros tenemos derecho a la tierra no trabajada. Ellos detentan grandes
territorios no para trabajarlos, sino para ostentarlos socialmente sin reparar
en el daño social. En EEUU, de 1789 a 1847, en cincuenta y ocho años, hemos
tenido 11 presidentes sin que ninguno de ellos hubiera terminado su mandato de
forma violenta. En México, de 1821 a 1846, en veinte y cinco años, se cambió en
33 ocasiones al titular del poder ejecutivo. ¿Cómo construir una nación sin
estabilidad política? Nosotros jamás disolvimos un Congreso ni encarcelamos a
nuestros legisladores, no asesinamos senadores. Nunca incendiamos periódicos ni
destruimos sus planchas. Tampoco contamos con policías clandestinas a las órdenes
de nuestros pastores ni estos han operado nuestras cárceles.
“¿Quién tiene el derecho de adueñarse del
futuro?" concluía la periodista.
Continuara...
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