COMUNICADO NÚMERO SIETE DE LA CORRIENTE CRÍTICA CIUDADANA
Durante doce años el PAN gobernó este país, las expectativas que
generó fueron muchas, sobre todo en el sexenio de Vicente Fox quien dijo,
durante su campaña, que los principales problemas de este país los resolvería
en minutos. Del dicho al hecho quedó un gran trecho y sin embargo lo único que
sucedió es que todo mundo le festejaba sus gracejadas. Fue en este sexenio que
el Chapo Guzmán se salió, misteriosamente, de su jaula y las cosas no pasaron de ahí. A
nadie se le ocurrió quemar con leña verde al dicharachero presidente, menos
pedir que se fuera con sus bártulos a otra parte.
Con Fox se empezó a
descomponer todo lo que tenía que ver con la seguridad, incluyendo un
secretario muerto en extrañas circunstancias.
Después llegó Calderón en circunstancias
sumamente sospechosas, con la mano negra del guanajuatense en el poder. Para
justificar su maltrecha llegada a la
silla presidencial el michoacano inicio una desastrosa guerra contra el
narcotráfico que se supone dejo más de cien mil muertos y más de treinta mil
desaparecidos. El libro “Los Señores del
Narco” es testimonio viviente de los desmanes del panista y su cómplice el
archí corrupto Genaro García Luna, ahora de vacaciones en Miami.
Ni con Fox ni con Calderón
hubo tanto escándalo como ahora, que solo es consecuencia de lo anterior.
En cambio a Peña Nieto le
han dado con todo, no ahora que es presidente, sino desde que era gobernador en
el Estado de México.
El actual Presidente de la
República logró en dos años lo que no se había hecho en las últimas tres
décadas, al sacar adelante importantes reformas, desde la educativa hasta la
energética.
Lo de Iguala fue el gran
pretexto que sus enemigos necesitaban.
Guerrero ha estado durante
dos sexenios en manos de los perredistas y en esos dos sexenios han logrado
hacer del estado una potencia criminal, logrando entre otras cosas acabar con
la ciudad de Acapulco como sede mundial del turismo internacional.
Michoacán es otro ejemplo de
como se la gastan los perredistas en el poder. Han estado dos sexenios
gobernando el estado, el primero en manos de uno de los hijos de Cuauhtémoc
Cárdenas: Lázaro Cárdenas Batel, el
segundo sexenio otro protegido del hasta hace poco líder moral del PRD, Leonel
Godoy, estuvo a cargo. Con el primero surgió la familia michoacana con el
segundo se fortaleció. Un hermano de Leonel llegó a ser diputado, ahora es un
prófugo de la ley, con el apoyo de los mismos que lo hicieron legislador.
Nadie podría afirmar que el
actual Presidente sea una hermanita de la caridad, pero tampoco es el maligno
que sus enemigos quieren hacer creer.
Si de algo se debe acusar a
Peña Nieto es de haber descuidado a un gobernador inepto y no haber vigilado lo
suficiente un estado que desde hace años se encuentra enfermo de una total
descomposición social. Lo de Guerrero es una
llamada de atención para que otros estados no se queden a la deriva con
gobernadores impunes. Es importante que haya una mayor vigilancia, sin que esto
implique una violación de soberanía.
Lo sucedido en Guerrero no
debe repetirse jamás, no porque afecte a un presidente sino porque afecta a
todo un país, cuyo pueblo está harto de corrupción, impunidad y falta de
justicia social, sobre todo de esto último.
El concepto de justicia
social surgió a mediados del siglo XIX para referirse a la necesidad de lograr
un reparto equitativo de los bienes sociales. En una sociedad con justicia
social, los derechos humanos son
respetados y las clases sociales más desfavorecidas cuentan con oportunidades
de desarrollo.
Para muchos expertos en la materia se
considera que el origen de la justicia social se encuentra en lo que fue la
justicia distributiva que estableció en su momento el filósofo griego
Aristóteles. La misma venía a dejar patente que era aquella que se encargaba de
que todas las personas pudieran disfrutar y acceder a una serie de bienes
imprescindibles como podía ser la educación o la alimentación.
La justicia social implica el compromiso del
Estado para compensar las desigualdades que surgen en el mercado y en otros
mecanismos propios de la sociedad. Las autoridades deben propiciar las
condiciones para que toda la sociedad pueda desarrollarse en términos
económicos. Esto quiere decir, en otras palabras, que no deberían existir unos
pocos multimillonarios y una gran masa de pobres.
No existe la justicia social
si, por ejemplo, el 20% de la sociedad gana más de 500.000 pesos al mes y el
70% vive con menos de 1.000 pesos mensuales. Existen distintas corrientes del
pensamiento, sin embargo, que proponen diversas formas de encarar estas
desigualdades.
El liberalismo, en general,
sostiene que la justicia social está vinculada a la generación de oportunidades
y a la protección de las iniciativas privadas. El socialismo y las propuestas de izquierda, en cambio, se
centran en la intervención estatal para lograr la justicia social. Hay quienes
sostienen que ciertos márgenes de ganancia son inmorales en medio de sociedades
empobrecidas y buscan combatir el lucro desmedido a través de impuestos, tasas
u otras medidas.
Los países con mejor calidad de vida suelen ser aquellos
que promueven la justicia social ya que la inequidad y las desigualdades
generan violencia y promueven los enfrentamientos sociales.
Responsable de la
publicación Joel Hurtado Ramón
“LUCHAR
PARA SER MEJORES...SER MEJORES PARA SEGUIR LUCHANDO”...
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