EL
MAESTRE HABLA
Los
Propósitos Psicológicos
Tomo
IV
(Compartiendo
parte I)
Hacia
una Edad de Paz
Teocracia
y Tíbet
Introducción
La élite que piensa parece
poco a poco recobrar su equilibrio y el género humano actual viene a ser más
apto para realizar su verdadera misión.
La filosofía toma su forma
en el mundo, después de algunos años, pero no hay que creer que ésta se sitúa
en el mismo plano que las ciencias o en la cima del conocimiento!... Filosofar es trascender.
Karl Jaspers dice: cuando
busco el objeto mismo, estoy en la ciencia, pero yo filosofo cuando a través de
él dirijo mi mirada hacia el ser (Filosofía, 1-139). Filosofar no es de ninguna
manera enseñar o aprender una doctrina o asumir una manera de ser, hacer un
acto de Fe, y diciéndolo todo, ser: existencia; la filosofía es por excelencia
el acto de la existencia. Partiendo de aquí, se manifiestan los trazos
esenciales que la distinguen de la ciencia. En principio, la Filosofía no
sabría limitarse al conocimiento objetivo; mientras que por la ciencia, la
conciencia en general no mantiene con el objeto, reducido a un esquema
inteligible, sino una relación impersonal y sin calor; el sujeto concreto que
es la existencia, quiere con el objeto una relación más íntima; éste viene a
ser: signo, "lenguaje", testigo del ser como lo es para los poetas y
los místicos. "Entonces el mundo no es solamente el mundo presente,
empíricamente consistente, independiente, útil; es también lo que yo amo, lo
que odio, lo que yo animo más allá de toda finalidad práctica" (Filosofía
de K. Jaspers, 1-82, 3 vol., Springer, Berlín).
El estado actual de las
cosas aparece como una rebusca de ética más que de moral y los métodos
filosóficos modernos se presentan más como "descripciones" que como
"prescripciones". El hombre coge su plaza en el Universo
preguntándose el porqué de su existencia; está abandonado y realiza su solitud.
Heidegger nombra este carácter "Geworfenheit" (derelicción). Robert
Campbell (en Una Literatura Filosófica, página 84) dice que "Él es una
cosa en el centro de las cosas, tal es su FACTICITA o mejor su
CONTINGENCIA". Se aparece a él mismo como un pensamiento, sabe quién es y
él se interroga sobre su ser. Jean Paul Sartre dice que él es "para
sí", o, todavía, "que en su ser es cuestión de su ser" es ahí que
le distingue de los otros existentes del universo de Pascal. No solamente él
"se" piensa a sí mismo, sino que también piensa en lo que no es sí
mismo. Con mayor precisión dice todavía Sartre: "Él es en su ser cuestión
de su ser, en tanto que este ser implique otro ser que el suyo" (en el
"Ser y la Nada", página 29).
La facultad del ser humano
de situar un mundo fuera de él, de "traspasarse" él mismo y de
"com-prender" (en el sentido etimológico) este mundo, es lo que
Heidegger llama "TRASCENDENCIA".
Esta
"trascendencia" (reconocida por muchos como "libertad") es
la existencia y es en este orden de ideas que la doctrina existencialista
define: que, para el hombre, "la existencia precede a la esencia".
El existencialismo define la
libertad como "la facultad para el ser humano de ser su propio
fundamento". Podríamos aproximar esta teoría con la idea del Ain-Soph en
Qabalah. El "Todo-Nada" del esoterismo hebraico.
De hecho el hombre no se
siente en su lugar en este mundo, es como un extranjero, el
"intruso", como dicen los existencialistas, Él se aburre! Las cosas
ignoran el aburrimiento... y como dice Sartre (en el “Sursis”, Aplazamiento,
página 29): "Los tiestos de flores no se aburren. Se les saca cuando hay
sol y se les guarda cuando llega la noche, no se les pregunta nunca su parecer.
No tienen nada que decidir, nada que esperar. No se imaginan nada tan
absorbedor como el aspirar el aire y la luz por todos los poros".
Para Spinoza, el mundo debe
ser así y no de otra manera, pero se responderá que el mundo del cual se trata
es ya un mundo "Humanizado" y la filosofía existencialista añadirá:
el mundo existente es esencialmente "contingente", es decir, sin
ninguna necesidad lógica. La Filosofía Pura (la que contiene la idea de la
"fe filosófica") no puede satisfacerse sino de verdades
incondicionadas que tienen su necesidad de una mística y no de una obligación
lógica.
Pero si la filosofía, credo
del filósofo, no puede ser una ciencia universalmente válida o un mensaje de
salud para todos, no guarda menos de autoridad, por lo que ella empeña y exige;
que esta profetice o que despierte, es siempre el testimonio de una libertad
que se dirige a otras libertades y las provoca, no para forzar su adhesión,
sino con el espíritu vivaz en que el movimiento filosófico, expresión de un
poder de decisión, terminará por unir el sí con el sí. (Mikel Dufrenne y Paul
Ricoeur en Jaspers y la Filosofía de la Existencia, pág. 101).
La ambición propiamente
científica es la de alcanzar una estructura secreta, y la investigación científica
no se da en ninguna parte para satisfacer por la simple constatación. Wilhelm
Reyer dice: "cuando la ciencia viene a perder la fuerza de su intuición
ésta le da por muletas las constataciones puras y simples".
Bergson demanda imaginar una
conciencia rudimentaria como la de la amiba, agitándose en una gota de agua: el
animáculo sentirá el parecido y no la diferencia de las diversas sustancias
orgánicas que éste puede asimilar. En breve se sigue del mineral a la planta,
de la planta a los seres conscientes más simples, del animal al hombre, en el
progreso de la operación por el cual las cosas y los seres acogen a su
alrededor lo que les atrae, lo que les interesa prácticamente, sin que tengan
necesidad de abstracción, simplemente porque el resto de lo que les rodea queda
sin ser presa de ellos: esta identidad de reacción que viene de las acciones
superficialmente diferentes, es el gérmen que la conciencia humana desarrolla
en ideas generales. Y Bergson termina: El parecido de donde el espíritu parte,
cuando en principio es abstracto, no es el parecido donde el espíritu termina,
cuando conscientemente generaliza. Este del cual él parte, es un parecido que
él siente, vivido o si les parece, automáticamente jugado. Este del cual él
vuelve, es un parecido inteligentemente apercibido o pensado.
Poincaré define que nuestras
representaciones no son más que las reproducciones de nuestras sensaciones,
nosotros no podemos figurarnos el espacio geométrico, no podemos representarnos
los objetos en el espacio geométrico, sino solamente razonar sobre ellos como
si existieran en este espacio.
En "La Ley de los tres
estados" dice Comte, por una imposibilidad primitiva, está reconocido que
ninguna teoría verdaderamente positiva puede ser establecida por un sujeto
cualquiera, es decir, en toda concepción racionalmente fundada sobre un sistema
conveniente de observaciones prealables*; además independientemente del tiempo
considerable que exige evidentemente la lenta acumulación de tales
observaciones, nuestro espíritu no podría incluso empezarla, sin estar primero
dirigido y después continuamente solicitado por algunas teorías preliminares.
De hecho se trata de la
Ciencia como de la Religión; una y otra están limitadas en un mundo bien
cerrado. El representante de una Iglesia que habla del espíritu de Dios será
comprendido de sus fieles en el sentido que él desea, mientras el sabio está
comprendido claramente por aquellos a quien él se dirige.
La ciencia anuncia: "El
fósforo se funde a la temperatura de 44 grados" pero no se sabrá nunca lo
que es el fósforo en realidad, pues la descomposición de las propiedades que
manifestará después es ilimitada, como la de las circunstancias donde él se
encontrará situado. Sin embargo, el sabio se comprende a sí mismo así como
todos los que le siguen en su expuesto.
Existe primero, una
aceptación de principio! A los hombres de Ciencia, en este sentido, se les
puede clasificar en la fila de los teólogos; sin embargo, en esto se defienden
puesto que el hombre no comprende sino lo que él encuentra. El célebre
"nada se crea y nada se pierde" viene aquí al apoyo con el axioma
hermético de "no hay descubrimientos sino Re-descubrimientos".
Efectivamente como ya se ha
citado en el Propósito Psicológico No. II, muchas cosas ignoradas hace 400 o
500 años eran conocidas perfectamente hace 4 o 5.000 años.
Es, sobre todo, nuestra
incomprensión de la verdadera misión del hombre, la que ha hecho en el curso de
la Historia de la Humanidad: una falsa evolución de los seres, y me permitiré
terminar esta pequeña introducción del Propósito Psicológico No. IV con una
citación de Platón en su obra profética "La República". El pasaje
extraído del Libro VIII (546; a, b, c, d, e), es ciertamente un texto entre los
más iniciáticos de la tradición griega:
"Como todo lo que nace
está sujeto a la corrupción, vuestra constitución tampoco durará siempre; ésta
se disolverá, he aquí de qué manera. Hay no solamente para las plantas
enraizadas en la tierra, sino también para el alma y los cuerpos de los
animales que viven en su superficie alternativas de fecundidades y de
esterilidad. Estas alternativas se producen cuando la revolución periódica
cierra el círculo donde cada especie se mueve, círculo corto para las especies
que tienen la vida corta, largo para las especies que tienen la vida larga. En
lo que concierne a vuestra raza, aquellos que habéis alzado para guiar el
Estado, podrán ser hábiles y reforzar la experiencia por el razonamiento, pero
no discernirán mejor los momentos de esterilidades y de fecundidades. Estos
momentos se les escaparán y engendrarán hijos cuando no será necesario
hacerlo...
"... y cuando por
ignorancia de esta ley de nacimientos, vuestros guardianes unieran carnalmente,
a contratiempo, a mozos y mozas, nacerán hijos que no estarán favorecidos ni
del nacimiento ni de la fortuna: de estos niños sus antecesores pondrán a los
mejores en la dirección del Estado; pero como éstos son indignos, apenas habrán
llegado a las obligaciones de sus padres, empezarán a desatenderos a pesar de
su oficio de guardianes, no estimándoos como conviene; subordinando la música a
la gimnasia. Tendréis así una generación nueva menos cultivada, que proveerá
magistrados poco útiles al papel de guardianes, y no sabrán discernir ni las
razas de Hesíodo, ni las razas de oro, de plata, de bronce y de hierro, que
nacieron en vuestras casas. Y encontrándose el hierro mezclado a la plata y el
bronce al oro, resultará de esta mezcla un defecto de igualdad, de justeza y de
armonía, que por todas partes donde se encuentra, engendra siempre el odio y la
guerra. Este es el origen que es necesario atribuir a la discordia, por todas
las partes donde ésta se produce".
Estos son los tiempos que
estamos viviendo agrego yo; tiempo cortos y duros pero que no tardarán mucho en
llegar a su fin.
Tomado de Los Propósitos
Psicológicos del Dr. Serge Raynaud de la Ferriere fundador de la GFU...Para su
difusión...
No hay comentarios:
Publicar un comentario