EL MAESTRE HABLA
THA-KHAZE
Que la paz sea con vosotros:
El
título de este capítulo ha de ser para muchos desconocido; sin embargo, la
revelación de su origen servirá a un propósito no poco útil. Sólo hay que
acudir al Apocalipsis, capítulo VI, versículo 14, porque allí está el llamado a
la reunión de todos los INICIADOS y el significado de este título.
THA-KHAZE
(ven y ve), es el título que elegimos porque el momento es crítico,
quizás más de lo que se cree actualmente. Estamos en el momento crucial de la
historia de la humanidad. Los cielos se nos revelan por sí solos, para que
podamos contemplar el Misterio. ¿Puede verlo? Las profecías se están cumpliendo
en estos momentos; ¿no lo percibe así? La luz es para todos sin distinción; ¿no
lo sabe?
Sí...
todas las cosas están siendo movidas de un lugar a otro... Las corrientes
magnéticas del mundo están cambiando. Tierras desaparecerán. Donde predominaba
la espiritualidad reinará el materialismo, pero también habrá luz donde había
tinieblas.
THA-KHAZE...
aquellos de entre mis discípulos que están preparados, me comprenderán.
Este
mensaje es quizá diferente a los demás. El primero fue escrito en Europa, en
1947; el segundo en Centro-América, en 1948; el tercero en 1949, en Suramérica;
mientras que el cuarto fue escrito en los Estados Unidos en 1949 y éste en
Australia en 1950.
Este
último constituye la quinta parte de la serie y no tiene conexión alguna con
los demás, debido a la urgencia de
preparar al público, respecto a lo que está por delante: un libro completo.
Dondequiera
que dictaba conferencias por primera vez, encontré sobre todo la necesidad de
contestar preguntas sobre lo siguiente:
Astrología
Biblia
Yoga
Naturismo
Religión
Sobre
Astrología
La
Misión Aquarius enseña astrología con el propósito de dar a conocer la historia
de la humanidad en su proceso evolutivo, cosa que no tiene nada en común con la
horoscopía.
Se
trata aquí de la Astrología Religiosa, ejemplificada por los Magos, adoradores
de Jesús (que personificaban la Astrología, la Magia y la Ciencias Ocultas).
Además debemos citar algunos astrólogos como Asistóteles, Galeno, Plutarco,
Pitágoras, Tycho Brahe, Kepler, Santo Tomás de Aquino, Roberto Fludd, o acudir
a nombres que aclaran mejor la seriedad de la astrología, ya que sus
representantes pertenecen al mundo religioso, como el Abate de Sigonce,
bibliotecario del Cardenal Richelieu, quien se consagró a ella. En todo caso
sería suficiente ver los prefacios de San Juan Jerónimo, ordenados por los
Papas Sixto V y Clemente III; no obstante, seguiremos mencionando todavía a los
prelados San Denis, San Cesáreo, San Malaquías, Obispo de Ptolomeos, Sinesius,
Nicephoro, Obispo Constantinopla, Alberto Magno (canonizado en 1934),
demostrando de esta manera que precisamente en nuestros días no se debe
condenar a los autores profanos de la ciencia de los astros.
Igualmente
hay que exponer los nombres del Obispo de Ratisbona, mejor conocido entre los
astrólogos con el pseudónimo de Regiomontanus, el Obispo de
Freissing, Leopoldo d'Autriche, el Cardenal d'Ailly, los Cardenales Cusa,
Cajetán, Ingegnevi, Bernard de la Mirandole, Obispo de Caserte, etc.
Por
tanto, uno no se puede sentir deshonrado de estudiar astrología, después del
ejemplo de los dominicos Savonarola, Campanella, los franciscanos R. Julio y R.
Bacon, el benedictino Trythme, los jesuitas Kircher, Postel, Torreblanca, de
Villapaude, Canón de Florencia, Firín, Pierre Bungo, Cardenal Jerónimo Cardán
(médico de San Ch. Borromee), A. Sicler (médico de C. de Neuville), el
Arzobispo de Lyons, etc., y así hay muchos más que podrían mencionarse.
Propiamente
desde el punto de vista de lo individual la astrología no incluye en absoluto
ningún determinismo; nos indica solamente los esfuerzos indispensables para
nuestra evolución y aquella parte del libre albedrío que se nos concede, a fin
de poder verificar nuestra energía y dirigirla mediante el conocimiento tanto de
los períodos favorables, como de nuestras capacidades y posibilidades.
Dios
es Omnipresente y esto nos obliga a estudiar Su Presencia, tanto en lo
infinitamente grande, como en lo infinitamente pequeño. El cielo es un gran
libro, abierto por el amor de Dios a la inteligencia del hombre.
Fragmento
tomado del libro “LOS GRANDES MENSAJE”
del Dr. Serge Raynaud de la Ferriere fundador de la “GRAN FRATERNIDAD UNIVERSAL”
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